No somos más violentas que el resto de la población, de hecho somos 10 veces más propensas a ser víctimas de delitos.
El estigma es un conjunto de prejuicios sobre actitudes negativas hacia personas con problemática derivada de la salud mental. Implica el rechazo social, miedo y acciones excluyentes que dificultan el proceso de la recuperación y la inclusión a la sociedad.
“Es frágil, inestable, negativo, extravagante...” Solo por el hecho de tener diagnosticado un trastorno mental, tu familia, el entorno más próximo y el ámbito profesional sanitario atribuye automáticamente una de las muchas etiquetas. Cuáles son las verdades y mentiras más comunes?
No somos más violentas que el resto de la población, de hecho somos 10 veces más propensas a ser víctimas de delitos.
Probablemente trabajas con alguna persona que tiene o ha tenido un problema de salud mental.
La gran mayoría de las personas pueden vivir una vida “normalizada” siguiendo con su tratamiento.
Una de las barreras más grandes es afrontar las actitudes negativas de la sociedad, así como el propio autoestigma.
La mayoría nos recuperamos después de un tratamiento adecuado, y otros pueden acontecer crónicos, como pasa con otras dolencias (cardiovasculares...)
La familia y los amigos son una pieza clave, escuchando, haciendo compañía, acompañando...
Aislamiento, rechazo social, dificultad de participar en las actividades comunitarias, rechazo al trabajo, baja autoestima por autoestigma...
Estas son unas de las muchas consecuencias del estigma.